domingo, 20 de julio de 2008

El dolor de la partitura dormida.

Hay un dolor dormido en la partitura donde suena la trompeta.

Es el extremo del alma del abismo de la belleza.

Es la niña que duerme su angustia en la espera.

Y ya nadie recuerda.

Hay algo hermoso en el tremendo sollozo del momento ilustre de alcanzar la ternura subyacente en el dolor que siente quien trasciende la emocion con la soledad mas fuerte de la pasion de muerte.

La muerte que no muere.

Yo, en mi ausencia de mi, a ti mi penumbra, mi poesia duda y la voz retumba dejame poderte querer desde la emocio ausente que quien no se pertenece y puede ser quien pueda ser quien tanto te quiere.

Me olvido del poeta, de el maestro y del buda.

Solo soy quien te siente para asi poder cuidarte siendo de mi constante la devocion, mi baluarte.

...no le busques sentido, no lo tiene.

miguel mochales, maestro zen.

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